Thursday, August 13, 2009

Poesía de Velemir Khlebnikov Traducida doblemente

Bobeobi

Bobeobi cantó los labios.
Veeomi cantó la sospecha
Pieeo cantó las cejas
Lieeey cantó el aspecto
Gzi-gzi-gzeo cantó la cadena
Así, en lienzo de ciertas correspondencias,
Más allá de esta dimensión, habitaba la cara.


Encanto Hilarante

Oh, ríanse risueños
Oh, revienten de risa risueños
Tú que te ríes con risa, tú que te ríes risiente
Oh, ríe risorio
Oh, risofradia enrisiente, la risa de risueñas risas.
Oh, desríanse de eso extrarisiendose, enrisorios risientes
Suprianse, inrianse, risas, risas
Risoñadores, risoñadores
Oh, ríanse risueños
Oh, revienten de risa risueños


En este día de osos azul-cielo.

En este día de osos azul-cielo,
Al pasar por silenciosas pestañas,
Adivino, más allá de las azules aguas,
En mis lagrimales, una razón para despertar.

La cuchara plateada de mis ojos extendidos,
Me entrega un mar que mantiene a flote paiños de tormenta.
Y veo como el ave Rusa vuela
Entre opto-látigos desconocidos hacia la rugiente mar.

Un mar de etéreo-amor ha volcado
Algún velero en la ronda agua-azul.
Sin embargo, la primera tormenta es desesperanzadora y se ha ido.
Y, a partir de ahora, el viaje es primaveral.


Rus’ eres, pues, un beso en la helada

Rus’ no eres sino un beso en la helada
Los caminos de media noche se están azulando.
Labios que se unen en un relámpago azul-luminoso
Enlazados, ella y él son azules.
A veces, de noche, los relámpagos se iluminan
Del cariño de dos bocas.
Y un azulado, delgado, rayo de relámpago
Velozmente delinea dos abrigos,
Y la noche brilla con oscura inteligencia.
Me basta un poco
¡Me basta poco!
Un mendrugo de pan
Una gota de leche
Y este cielo.
¡Y estas nubes!


Los años la gente los pueblos

Los años, la gente, los pueblos
Huyen para siempre
Como el agua que corre.
En el pedestre espejo de la naturaleza
Las estrellas son la red, los peces nosotros,
Los dioses espectros en la oscuridad.


Yo no sé si la tierra gira o no

Yo no sé si la tierra gira o no,
Depende, si la palabra cabe en el renglón.
No sé si mis antepasados fueron o no simios,
Así como no sé si se me antoja lo dulce o lo ácido.
Pero yo sé que quiero arder y quiero que el sol
Se una en un estremecimiento con la mano.
Y quiero que el rayo de una estrella bese mis ojos,
Como se besan los hermosos ojos de los venados.
Quiero que cuando yo palpite un temblor total invada el universo.
Y quiero creer que hay algo que permanecerá
Cuando el tiempo cambie, por ejemplo, la trenza de la mujer que amo.
Yo quiero sacar del paréntesis del factor común, que me da unidad,
El sol, el cielo, el polvo perlado.


La gente, cuando ama

La gente, cuando ama,
Inventa extensas miradas
Y emite largos suspiros.
Las fieras, cuando aman,
Se les empañan los ojos
Y del lamento hacen un freno.
Las estrellas, cuando aman,
Cubren las noches con su tejido
Y danzan majestuosas a sus amigos.
Los dioses, cuando aman,
Poseen el estrépito del universo
Y como Pushkin arden de amor por la doncella
De Wolkonsky.
Hoy iré una vez más
Hoy iré una vez más
Hacia la vida, hacía la suerte, hacia el marcado
Y guiaré el ejército de mis canciones
Al duelo, contra la marea mercante.


Al morir los caballos

Al morir los caballos exhalan
Al morir el pasto se marchita
Al morir el sol se aleja
Al morir los hombres cantan canciones.


El viento es canción

El viento es canción
¿De quién o qué?
Del deseo del sable
De ser palabra.
La gente aprecia el día de la muerte
Como la más querida margarita.
Creed que el laúd del más grande
Lo tañe el Este en estos días.
Tal vez nos otorgará nuevo orgullo,
Ese hechicero de brillantes montañas.
Y yo, de muchas almas capitán,
Me arroparé de la razón como un témpano.

Donde las alas de cera solían habitar

Donde las alas de cera solían habitar
Donde los pinos se solían mecer
Una bandada de aéreas intenciones
Voló lejos y voló alrededor.
Donde los pinos solían susurrar
Donde las melodiosas alas solían cantar
Una bandada de aéreas intenciones
Voló alrededor de todo.
En lo salvaje y en el oscuro caos
Entre fantasmas y días pasados
Ruedas y tintineos
Una bandada de aéreas intenciones.
Bandada de aéreas intenciones,
Eres melodiosa y cautivante,
Embriagas mi alma tañendo,
Como una ola invades mi corazón,
Sigan, campaneantes alas melodiosas
Larga vida, aéreas intenciones


El Saltamontes

Aletereateando con el dorado garabato
De sus formidables articulaciones
El saltamontes aterrizo su vientre de carga,
“Ping, ping, ping” ta-ra-reó el zinzingador
O, marAvelloso
O, Iluminado.


Estado de Medianoche

¡De medianoche Estado, Genghis Kahnarado!
Susurren azules abedules
¡Brillante atardecer, Zaratustrado!
¡Y tú, cielo azul, Mozartado!
¡Tú, nube crepuscular sé Goya!
¡Y tú de noche, nube, reina!
Una ventisca de risas pasó,
Riéndose con garras de estridencia,
Luego vi al ahorcado,
Y vigile valiente el silencio de la noche.
Y te llamé, intrépida figura,
Y él sacó a los ahogados de vuelta, del río,
“su no-me-olvides es más fuerte que un grito”
Le dije al velero de la noche.
El eje de la tierra salpicó otro día,
La carga de la noche se acerca.
Soñé y vi a una niña-salmón
En las olas de una cascada de medianoche.
Los pinos son Tártareados por la tormenta
Y las cargadas nubes Mongoles se mueven
Así las palabras, Caines del silencio, se acerquen,
Y estos santos se desplomen.
Y con su guardia azul-Asdrúbal
Caminé pesadamente hacia la bola de piedra.


Una vez más

Una vez más, una vez más
Yo soy
Tu estrella.
Ay del marinero que con la brújula
Se guía
De falsos ángulos;
Encallará en las rocas
Y en ocultos bancos de arena.
Ay de ti sin amor
Ni compasión.
Me guiaste en falso.
Encallarás en las rocas
Y las rocas reirán
De ti
Así como lo hiciste
De mí.


Llena de sonido

Llena de sonido estaba la leña retorcida
El bosque gritó, el bosque se quejó
Con miedo
De ver al hombre-bestia blandir su lanza

¿Por qué el cuerno del corazón del ciervo pesa en la mano
Ante la viva marca del amor?
El brillo metálico de una flecha golpea su anca
Y reconoce su lugar. Ahora se ha quebrado la bestia

A sus rodillas, doblegada en el suelo.
Sus ojos atienden a la profunda muerte.
El ruido de caballos, bufan y murmuran;
“Traeremos los altos. Inútil correr.”

Inútil tu exquisito movimiento
Tu cara casi femenina. Ninguna acción
Te salvará. Vuelas del tormento a la ruina
Y la búsqueda del hombre-lanza te sigue con rapidez.

Caballos jadeantes cada vez más cerca,
Cuernos y ramas cada vez más bajos,
Tañidos arcos por doquier,
Sin ayuda ni corazón ante las heridas y el daño.

Pero se alza abrupto, se encrespa y ruge-
Y muestra las crueles garras del león.
Con pasiva calma toca y tienta-
Enseña el truco del terror.

Condescendientes y quietos,
Se desploman para llenar sus tumbas.
Se alza rampante. Regio ruge.
Y derredor, en todas partes, yacen vencidos sus esclavos.


El potente susurro

El firme susurro tensó el arco
Contra la clamorosa llamada del amanecer.
La noche anida en almas oscuras
Dispersa gritos de “¡Quemen!”.

La clamorosa llamada comenzó a temblar
Hizo del silencio su escudo;
Acecha en la oscuridad para degollar;
Cien intrusos, cien cabezas.

Cae el arco; cae de las manos.
La quietud habla de lo que será,
Y a través del estruendo del poder el caos
Volará.


Ríos del tiempo

Ríos del tiempo
Entre sueños de piedra,
El correr de los ríos
En las piedras del tiempo.
El murmurar de los juncos
A orillas de un lago -
Adorado susurro,
Retumbante corriente.




Traducido Por: Daniel Hernández Guzmán de la traducción al inglés por Thomas Stearns Eliot.

Saturday, September 20, 2008

Calamis

«¡Pobre María! Cada vez que percibe el ruido de un caballo que se acerca, está segura de que soy yo» (El duque de Monbazon, Chateaubriand).

«Eliana gritaba de horror mientras Francisco reía; las lagrimas les corrían por las mejillas » (El redoble fúnebre Mevrow Bentinck).

«La tripulación del buque tragado por las olas estaba formada por veinticinco hombres, que dejaron centenares de viudas condenadas a la miseria» (Dramas marítimos, de Gaston Leroux).

«—¡Vámonos! —dijo Peter buscando su sombrero para enjugarse las lágrimas» (Lourdes, de Zola).

«La vieja monja sentía sus enaguas deslizarse por sus caderas, ya ennegrecidas por la ausencia de luz. » (La prima fiesta, de Angelo Brochi).

«El duque apareció seguido de su séquito, que iba delante» (Cartas de mi molino, de Alphonse Daudet).

«Con las manos cruzadas sobre la espalda, paseábase Enrique por el jardín, leyendo la novela de su amigo» (El día fatal, de Rosny).

«Con un ojo leía, con el otro escribía» (A orillas del Rin, de Auback).

«La señora Douduou trataba a sus hijos como canes y a sus canes como perros » (El árido atardecer, de Hifke Nuyoma).

«El cadáver esperaba, silencioso, la autopsia» (El favorito de la suerte, de Octave Feuillet).

«Guillermo no pensaba que el corazón pudiera servir para algo más que para la respiración» (La muerte, de Argibachev).

«Esta espada de honor es el día más hermoso de mi vida» (El honor, de Octave Feuillet).

«—Empiezo a ver mal —dijo la pobre ciega» (Beatriz, de Balzac).

«Después de cortarle la cabeza, lo enterraron vivo» (La muerte de Mongomer, de Henri Zvedan).

«La pobre coja, que parecía volar, corría espantada por la muerte » (Varsovia en llamas, de Staszek Kryznek).

«Cuando el gato iba de fiesta los ratones dormían.» (Los infantes del pajar, de Ramón Montero Castellán).

«Sentado e invisible en la banca del parque caminó hasta la fuente y vio, reflejado en ella, su rostro pálido y arrugado.» (El placer, Stephen Aspen).

Friday, September 19, 2008

Que.

lapsus cálami.
(Loc. lat.; literalmente, 'error de pluma').
1. m. Error mecánico que se comete al escribir.